No se debe confundir la verdad
con la opinión de
la mayoría .
J.Cocteau.
En cada uno de los pasos que damos en nuestra vida se produce por un proceso de toma de decisiones. No hay actividad, acción o situación que no suponga o nos someta a un proceso de toma de decisiones.
A poco que pensemos nos daremos cuenta que esto es así, decidimos como hacer o como no hacer, por donde ir, que comer y que no, que leer, que escribir… etc.
En el entorno sanitario no hay situación que no nos someta al proceso de toma de decisiones, desde cualquiera de los momentos asistenciales hasta cualquiera de los momentos de la actividad gestora. Es posible, que sintamos la tentación de pensar que con el establecimiento de procesos, vías o guías clínicas, protocolos etc. supone que esto ya no es necesario. Si este es nuestro pensamiento es un pensamiento completamente erróneo, no hay protocolo ni proceso que evite la toma de una decisión; si bien es cierto que la construcción de determinados entornos puede facilitar la toma de decisiones pero no la eliminación de este marco.
Personas y decisiones
Llegados a este punto, ya podemos encontrarnos con un contexto de personas:
- Las que toman buenas decisiones.
- Las que tomas malas decisiones.
- Las que no toman decisiones.
Debemos tener siempre presente que la diferencia entre tomar buenas o malas decisiones en muchas ocasiones no depende en si de la decisión tomada sino de como implementamos en la práctica esta decisión que hemos tomado.
Hemos nombrado un tercer tipo de contexto que es la falta de toma de decisión que también comentaremos.
En muchas ocasiones una buena o mala decisión no depende en si de ser buena o mala, a su vez depende de la actitud que mostremos ante el proceso de la propia toma de decisión y de la transmisión de esta en lo concerniente a los demás.
En el contexto de la gestión sanitaria es esto mismo lo que sucede. Desde el momento en el que cualquiera de los gestores de nuestras organizaciones toma una decisión, el éxito o fracaso también va a estar en como las personas implicadas en la decisión reciban esta decisión.
Es por ello que resulta tan importante no solo realizar un buen proceso de toma de decisiones sino un buen proceso de implantación, transferencia y comunicación de la decisión tomada.
Actitud y confianza
La actitud y la confianza son como decíamos dos aspectos que influyen enormemente en el proceso. La confianza en el ámbito asistencial por razones obvias es fundamental, y en el ámbito de la gestión sanitaria aún más.
¿Por qué decimos esto? por un hecho fundamental, el entorno sanitario vive en permanente cambio y transformación, motivo por el cual todos los profesionales en general y los gestores en particular deben tener la confianza en las decisiones tomadas como una de las competencias prioritarias a desarrollar o a tener desarrollada previamente. Ante esto también debemos tener claro que en cada uno de los puestos de trabajo que desarrollamos se requiere un tipo de características o competencias y por su puesto también un tipo de confianza.
Pero no debemos confundir esta confianza, con el hecho de ser confiados.
En nuestro ámbito y en cualquier punto del organigrama sanitario existen personas con confianza y personas confiadas.
Tomar decisiones desde un prisma confiado, nos puede llevar ineludiblemente al fracaso.
La confianza se refiere a la capacidad de realizar el proceso de toma de decisión, implementarla y asumir las consecuencias de la decisión tomada.
En esta misma dirección existen personas que son rápidas en la toma de decisiones y personas para las que la toma de decisiones supone un hecho que les lleva mucho tiempo.
Confianza y rapidez son dos características que van de la mano. Frecuentemente las personas que más tardan en tomar la decisión, son personas con un componente de confianza bajo. Pero cuidado, tan malo en el entorno de la gestión sanitaria es una toma rápida de decisiones o una toma de decisiones lenta.
Entre este desarrollo competencial debe encontrarse el correcto proceso de toma de decisiones que nos debe conducir ineludiblemente a discernir si los asuntos requieren una decisión rápida o no. Aquí ya encontramos personas que nunca
Estrategias
Para concluir, tenemos en el ámbito sanitario aquellas personas que no toman decisiones. No olvidemos que la ausencia de toma de decisiones, en si mismo es una estrategia que requiere estar perfectamente planificada. Decimos esto porque la ausencia de decisiones a priori nos libera de la posibilidad del error o fracaso en el resultado de la decisión tomada y por tanto el navegar por aguas de la indefinición es en si, una estrategia que a muchas personas les da importantes rendimientos.
Pero no todo es ausencia decisional intencionada, también hay personas que por razones de confianza su proceso de decisión va a ser tan bajo que no van a finalizar el proceso de toma de decisiones y van a navegar con las personas que estratégicamente no las toman. Tan malo será provenir de un camino como de otro.
En este punto, creemos que empieza a estar claro el motivo por el qué están importante que los gestores sanitarios posean determinadas competencias entre las que se encuentra un correcto proceso de toma de decisiones.
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