Introducción
El artículo “Un nuevo sistema Sanitario: El falso debate entre sostenibilidad y el negocio”, se trata de un editorial donde el autor debate sobre el tema de la sostenibilidad del sistema sanitario.
La reflexión está centrada en el marco de la sanidad de Castilla-La Mancha, donde los llamados “recortes” presupuestarios en sanidad y establecimiento de conciertos abanderó un cambio de política en la región. Plantea, si el debate de la sostenibilidad, es un debate forzado o realmente hay datos que avalen y nos hagan plantearnos si realmente hay un problema con la sostenibilidad del sistema.
Discusión
Desde que comenzó el debate de la sostenibilidad del sistema sanitario, dos han sido las comunidades que se han llevado todos los focos por el tipo de políticas restrictivas y cambios de modelo como son, la sanidad madrileña y la castellano manchega, ambas con estilos y estrategias diferentes, pero con la misma pretensión final.
Castilla- La Mancha practicó durante la primera década del siglo XXI, una política expansiva en el tema sanitario, así abrió centros de especialidades (CDT), hospitales comarcales y centros de alta resolución, a la vez que da inicio a un macro proyecto, como es la apertura de un macro hospital en la ciudad de Toledo, con la pretensión de convertirse en el más grande de Europa en extensión y referente a nivel nacional.
La política practicada durante esta época, es de un corte como decíamos expansivo y que obedeció más a criterios políticos que, al estudio real de las necesidades de la población, como bien pudo ser comprobado, dado que muchos de los llamados CDT, nunca llegaron a funcionar a pleno rendimiento y en ocasiones en un régimen de funcionamiento inferior al 50%.
Como decimos, todo se fundamentó en un acercamiento de los centros sanitarios a la población, hecho que pudiera ser lícito, si observamos la amplitud de la región de Castilla-La Mancha y su dispersión geográfica.
A esta política de apertura de nuevos centros, se acompañó una política de remuneraciones extrasalariales para los profesionales sanitarios en general, si bien es verdad, que algunos colectivos fueron los principales beneficiados de la situación, consiguiendo altos beneficios de la estrategia sanitaria.
Sin embargo, y a pesar de la tendencia de la pirámide poblacional, poco fue lo que se hizo en el contexto sociosanitario, basándose en el alto índice inmigración en la región y cifras de envejecimiento menores sobre la media nacional.
La insostenibidad y el gasto.
Es el tema que parece centrar el debate. En este punto, debemos analizar qué fue lo que pasó con el gasto sanitario en España, comparando las cifras en términos de PIB, antes y después de las transferencias sanitarias en torno al año 2002. Es en esta época, donde las comunidades autónomas que no poseían las transferencias sanitarias, demandan y se hacen con la gestión de las mismas. En muchos contextos y foros, se hablaba y todavía se habla acerca de que nuestro país posee un sistema sanitario costo-eficiente, en términos de salud. Sin embargo, podemos apreciar como a partir del año 2010, se producen importantes desfases presupuestarios que hacen que se produzca un gasto, muy por encima de los ingresos. Esto es lo que comienza a circular por foros profesionales pudiendo decir, que este es el germen del debate sobre la sostenibilidad del sistema.(Arenas Díaz & Herrera Molina, 2013)
Este es el marco, en el comienza a aparecer un consenso acerca de la necesidad de reformar el sistema sanitario, basado en el incremento del gasto, el cambio de modelo de paciente y la involución de la pirámide poblacional, donde la cronicidad y dependencia amenazan con convertirse en el núcleo principal, de los ocupantes de los centros hospitalarios.
A grandes rasgos, son dos los sistemas alternativos de gestión que se plantearon, la Administración Pública a través de entidades con personalidad jurídica propia y las fórmulas de colaboración público-privadas, en sus diferentes vertientes.(Arenas Díaz & Herrera Molina, 2013)
Ninguna de las formulas, parece ser la adecuada, dados los férreos modelos de control y gestión de la propia administración sanitaria, estos hacen que se creen fuertes tensiones políticas y sociales sobre cuál es el verdadero rumbo a seguir.
Así podemos encontrar claros ejemplos en estudios sobre los modelos de colaboración público privada, donde nos devuelven números que parecen avalar la eficiencia de estas fórmulas, por una parte, además del alto índice de satisfacción por parte de los usuarios. Pero, a la vez que existen artículos científicos que abordan este tema, encontramos otros que nos dicen, que todo puede ser abordado desde una sanidad pública de alto rendimiento y gestión eficiente.(Alvarez Durán, 2013; Arenas Díaz, 2013a; IASIST, 2012)
Los modelos alternativos desde la gestión pública se hallan desde la controvertida gestión clínica, de la que se comienza a hablar ya a comienzos del año 2000 y cuyo debate, nos devuelve a la actualidad, sin que por el camino se haya alcanzado ningún consenso.
La falta de consenso respecto a la gestión clínica, es debida básicamente por un lado, al recelo de los profesionales y las verdaderas intenciones de los servicios de salud sobre el adelgazamiento del cuerpo de personal funcionario y estatutario y por otro lado, las luchas de poder internas entre los distintos colectivos de profesionales, donde unos luchan por mantener su personal status quo de poder y privilegios, y otros luchan por visibilizar un cambio de tendencias y una alternativa de gestión y atención a las personas, que acuden a nuestros centros sanitarios. (Arenas Díaz, 2013b; Gonzalez Garcia & Pérez González, 2014; Nieto, 2011)
La calidad asistencial
En un escenario como el actual, no tanto serán necesario los llamados “recortes”, como el uso de fórmulas que, aunque no pueden ser llamadas alternativas, bien es cierto que son escasamente usadas, a pesar de que son igualmente debatidas, como lo son las alternativas al sistema sanitario público y aún sigue por resolver, la verdadera implementación.
La calidad asistencial, es una de las alternativas al tradicional modo de actuar y que aún es bajo el impacto, que tiene un modelo de cambio basado en la calidad en la gran mayoría de las organizaciones sanitarias, en parte porque estas, por el momento están más interesadas en la mera estructura, que en la implementación real.
La calidad asistencial, se convierte en el alma del modelo sanitario actual y la principal expresión, diríamos que consiste en la satisfacción de los usuarios.
Podemos afirmar que: “la atención sanitaria de alta calidad es la que identifica las necesidades de salud de los individuos o de la población de una forma total y precisa, y destina los recursos necesarios (humanos y de otros tipos) a estas necesidades de manera oportuna y tan efectiva como el resultado actual del conocimiento lo permite”(WHO working group, 1989).
Cualquier sistema basado en la calidad asistencial, debe partir de una metodología basada en procesos, en este caso procesos de salud. Estos, serán los que nos permitirán disminuir la variabilidad en la práctica, manteniendo la actividad dentro de unos márgenes, que nos permitirán asegurar que se está prestando una asistencia de calidad.
Por otra parte, al hablar de calidad asistencial, debemos referirnos a los recursos humanos y la forma que tienen de ser asignados. Hay evidencias que demuestran, que la actual asignación de recursos humanos, cuanto menos son mejorables.
La solución no pasa tanto por prescindir de ellos, como por una asignación más eficiente así, podemos encontrar ubicaciones donde existen recursos humanos ociosos, que no aportan el máximo de rendimiento, y, por el contrario, existen otras ubicaciones donde la carencia de estos recursos, provoca una sobresaturación del personal, por un lado, y por otro esto mismo provoca una disminución de calidad asistencial en sí misma.
La clave está en medir de forma objetiva la carga de los profesionales en sus actuales ubicaciones, movilizando recursos ociosos en unas partes, para situarlos en otros donde existen carencias y competencialmente, estas personas, pueden desarrollar plenamente todas sus funciones.
Al hablar de calidad asistencial, debemos también mencionar la forma en que se realiza la actividad. Asegurar la calidad asistencial, debe pasar por emplear conocimientos basados en la evidencia científica.
La evidencia científica y la metodología de gestión por procesos, son la forma de asistencia sanitaria actual, que demuestra mayor índice de eficiencia.
Al comienzo de este epígrafe, mencionábamos como la satisfacción de los usuarios, era la principal medida de calidad asistencial. Es por ello, que no debemos olvidar algunas denominadas “soft skills”, como son la empatía, buen trato, confort, escucha activa y accesibilidad personal, estas pueden ser consideradas, como la fuente generadora de los mayores niveles de satisfacción sentida por los usuarios.
Por ello y a pesar de las necesidades reorganizativas, es clave junto a los procesos, las prácticas basadas en la evidencia además de utilizar, de forma explícita otras competencias, de rango más personal y que tan alta incidencia tienen.(Mira et al., 2002; Pujiula-Maso et al., 2006)
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