«Menos medicina y más inteligencia emocional» es una de esas frases que bien pudiera ser utilizada como uno de esos eslóganes de moda de autores…. de moda que a todos nos gusta poner en el estado del whatsapp, Facebook, Lanzar con una bonita fotografía al twitter, instagram…ect. No sabemos si esta frase es tan glamurosa por su autoría (y que se entienda esto con la más absoluta ironía, si), pero debiera estar tatuada en cada uno de los profesionales sanitarios que habitamos por cualquiera de los centros del Sistema Nacional de Salud.
Hay ocasiones en que todo parece estar centrado en torno a un tema y esta ha sido la semana de la Inteligencia Emocional que Inunda, recoge y acusa con espíritu de cambio y transformación a todos los profesionales estén en el ámbito que estén.
Menos medicina y más inteligencia emocional
El paciente.
Si, esta frase ha sido dicha por una de esas anónimas personas que por su estado de salud se ve obligada a acudir a un centro cualquiera de nuestro sistema y bien pudiera haber sido ingresado en Madrid, Sevilla, Valencia, Barcelona, Cáceres…. y hasta en León, nuestro propio hospital.
La Inteligencia Emocional es un tema que está permanentemente presente en cualquier curso de gestión o administración sanitaria, liderazgo, etc. que queramos emprender y también tiene su espacio en los cursos de atención al usuario, resolución de conflictos ect.. menos del ámbito gestor.
La Inteligencia Emocional ciertamente está presente en todos los ámbitos formativos de la actualidad tanto en los sanitarios como en los no sanitarios, a todos nos gusta leer libros sobre el tema, escuchar conferencias, eslóganes dichos en grandes rótulos a la entrada de nuestros centros.
Pero una cosa es este aspecto, fundamental porque indica que es un tema de interés, y otra cosa es como aplicamos estos conceptos y competencias en nuestra actividad diaria.
Competencias
En la mayor parte de los centros sanitarios, como primer paso a aplicar una adaptación de los puestos de trabajo a las personas, se está procediendo o se ha procedido a elaborar mapas de competencias y definición de competencias necesarias para cada uno de estos puestos.
Un mapa de competencias es una herramienta que nos ayuda a identificar las principales cualidades, habilidades y características de las personas que pertenecen a la institución de la que se trate y abarca, habilidades interpersonales, habilidades en procesos y sistemas de trabajo, y si hablamos de gestión habilidades de liderazgo y gestión (valga la redundancia).Las competencias son los conocimientos, habilidades, y destrezas que desarrolla una persona para comprender, transformar y practicar en el mundo en el que se desenvuelve.
En la elaboración de cualquiera de ellos estamos seguros que la Inteligencia Emocional ha salido, porque habrá sido identificada como necesaria para el desempeño de muchos de los puestos de trabajo.
Inteligencia Emocional
Es un concepto que puede ser definido como:
«Una habilidad para percibir, asimilar, comprender y regular las propias emociones y las de los demás, promoviendo un crecimiento emocional e intelectual» (Martinez A, et al)
Ha sido Daniel Goleman el responsable de la popularización del concepto en alguno de sus libros como «Inteligencia Emocional» o Stephen Covey en «Los siete hábitos de la gente altamente efectiva» que muchos hemos leído y repasado varias veces.
Daniel Goleman nos diría que la Inteligencia Emocional nos permite:
Tomar conciencia de nuestras propias emociones. Comprender los sentimientos y emociones de los demás. Pasar al plano consciente y racional las presiones y frustraciones que soportamos en el trabajo. Mejorar nuestra capacidad de trabajar en equipo. Actuar con actitud empática. Practicar la tolerancia y convivencia con los que nos rodean.
El gestor de las emociones
Es la amígdala y su control la responsable de muchas de nuestras emociones, de hecho es la responsable de todas nuestras reacciones impulsivas y ansiosas. Hay un fenómeno descrito y definido como » El secuestro de la amígdala» el que recoge todas las situaciones de conflicto.
El secuestro de la amígdala se refiere a todas esas situaciones en que por unas circunstancias u otras, perdemos los nervios o actuamos de forma que más tarde analizamos y autoapreciamos como erróneas o inadecuadas.
El secuestro amigadalar es el que nos hace dejar de pensar y actuar con claridad.
Caso práctico:
Un paciente durante varios días consecutivos se queja de la atención dispensada durante un turno de noche, de repente hay una noche en que todo es diferente:
¿Que ha cambiado?
Os sugerimos unos minutos de reflexión.
La actitud y la Inteligencia Emocional
La actitud es un proceso personal que marca la diferencia de todos nuestros aspectos vitales, diríamos que la actitud es algo personal e introspectivo, muy personal que nadie externamente puede juzgar… todos conocemos a personas a los que le encanta juzgar la actitud de los demás sin hacer introspección de la suya propia…. y se permite determinadas que ligerezas y opiniones.
Los profesionales sanitarios debemos estar muy pendientes de nuestra actitud, trabajamos por y para personas estemos en el ámbito que estemos (desde el puro asistencial al gestor).
Esto significa que debemos conocer como parte de la atención prestada, como parte de la actividad gestora, docente etc… que es lo que las personas quieren y cuales son sus necesidades, que por tanto abarcarán desde los estados de salud hasta procesos gestores de dirección de personas.
Ningún profesional sanitario puede ejercer de forma adecuada su actividad si no conoce exactamente las necesidades de las personas hacia las que dirige el producto de su trabajo.
Esta semana, recibimos un mensaje de whatsapp que decía:
«¿Estás contento? no te olvides nunca de sonreír»
Frase de gran calado.
En tu próxima jornada laboral ya seas médico, enfermera, TCAE, no te olvides de indagar sobre lo que el paciente quiere y necesita…. nuestras competencias profesionales las dan por hechas….
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