En el ámbito sanitario podemos definir los errores como cualquier acto prevenible que pueda causar daño a un paciente.
Los errores enfermeros y del resto de los profesionales sanitarios han sido analizados desde muchos puntos de vista, y es que son muchos los factores influyentes en la comisión de estos errores.
Dentro de los factores influyentes en la comisión de errores encontramos tanto factores directos como indirectos.
Factores indirectos que comienzan en la política de contratación de las organizaciones sanitarias pasando por el sistema empleado para la distribución de estos recursos en las diferentes áreas y unidades de trabajo debido a la falta de consideración de las distintas competencias que los profesionales poseen o carecen para desempeñar cada uno de los trabajos con la debida calidad y eficiencia.
Parece sencillo de entender que el grado de exigencia actual provoca que las enfermeras no son piezas de un puzzle que encajan en cualquier posición y lugar.
Cierto es que la conformación formativa de los estudios enfermeros hace que todos los profesionales dispongamos de unas competencias generales que nos facultan en temas y áreas como la actual y controvertida «prescripción enfermera».
Pero esta conformación no cubre como decimos todos los ámbitos de desarrollo profesional.
Por otra parte y de forma general cuando hablamos de errores enfermeros detallamos y nos fijamos en errores:
- En la identificación de pacientes.
- En la prescripción y transcripción.
- En el etiquetado de fármacos.
- De administración y seguimiento.
- De diferenciación.
Según las distintas fuentes que todos podemos consultar, son estos los tipos de errores a los que los profesionales nos enfrentamos.
Los errores van desde los directamente imputables al individuo hasta los imputables por su influencia al sistema y organización.
En estos errores hay una serie de factores contribuyentes que van desde el exceso de actividades que las enfermeras deben de realizar durante la preparación de los medicamentos, hasta el exceso de interrupciones que la enfermera sufre durante el periodo en el que incluye todas las etapas de administración de medicamentos.
Muchos son los sistemas de salud, muchos son los centros sanitarios y muchos son los profesionales expertos en seguridad del paciente, que se centran en configurar planes y estrategias que minimicen los errores que enumerábamos y generen un ambiente y un contexto de seguridad en la actuación profesional.
Pero en muy pocas ocasiones estos planes se centran en la figura del propio profesional y en generarle un entorno seguro en las etapas de administración de medicamentos.
En cuanto al entorno propicio, podemos encontrar un articulo muy interesante a consultar y en el que se analiza los errores relacionados con las interrupciones a las enfermeras durante este proceso.
En este estudio se encontró una relación significativa entre errores e interrupciones, incluso se afirma que el riesgo se duplica cada cuatro interrupciones que sufre la enfermera.
Lo que parece un hallazgo lo suficientemente significativo como para que este sea tenido en cuenta ya no para disminuirlos si no para conseguir hacerlos desaparecer.
A la vista de esto podemos ir haciéndonos una idea de la cantidad de veces que una enfermera interrumpe alguna de las etapas que compone la administración de medicamentos para contestar una llamada telefónica, dar respuesta a las demandas de los distintos profesionales sobre todo lo que se refiere a los mandos intermedios de la enfermería y a los profesionales médicos, buscar una medicación no enviada, reclamar una medicación no enviada.
¿Cuantas veces una enfermera es interrumpida porque alguien no encuentra una historia clínica?
Antes de interrumpir a una enfermera, piensa en las consecuencias.
Cada error que se comete no solo en términos gestores produce un coste económico, lo que es peor, se puede producir la perdida de una vida humana, lo que es ya de por si lo suficientemente importante como para que estos factores sean incluidos en los planes y directrices de seguridad del paciente y en los planes de garantía de calidad de nuestros centros sanitarios.
Y qué podemos hacer como gestores sanitarios


Desde la alta dirección de las instituciones sanitarias, está claro que se deben realizar las suficientes acciones estratégicas y de planificación que permita conocer a los distintos profesionales la importancia que tiene este factor sobre la seguridad del paciente.
Además de proveer los suficientes recursos a los profesionales que les permitan un entorno de trabajo más seguro para el profesional y por ende para el paciente.
Uno de las medidas por su sencillez y bajo coste es la habilitación en las distintas unidades de enfermería de espacios que garanticen la ausencia de interrupciones durante los distintos procesos enfermeros y que nosotros ya denominamos en entradas anteriores como
Salas de planificación de cuidados
donde la enfermera tenga una suficiente garantía durante los procesos de:
- Registros de datos enfermeros.
- Actualización de historias clínicas.
- Administración de tratamientos.
- …
Por la parte de los mandos intermedios de la enfermería, deben ser los garantes de proporcionar de forma operativa al personal de enfermería de ambientes de práctica enfermera segura.
Cuando hablamos del aspecto competencial de los mandos intermedios, de las supervisiones de enfermería, debatimos largamente en los distintos modelos que estos gestores enfermeros deben poseer.
Lo que está claro es que la enfermera posee autonomía científico-técnica en la realización de su actividad y una de sus consecuencias es que otra enfermera no puede ni debe indicarle la manera y forma en la realización de los cuidados fuera de la actuación como equipo de trabajo.
Qué significa esto, significa que los mandos intermedios de la enfermería deben realizar tareas asistenciales de soporte y garantía.
Entre estas actividades de soporte y garantía se encuentran:
- En buscar y habilitar zonas de «Distracción cero»
- Garantía y protección contra las interrupciones traducidas en:
- Atender a los distintos profesionales, sus demandas y necesidades.
- Atender las llamadas telefónicas durante las etapas de máximo riesgo y como responsable del liderazgo de cuidados y la consiguiente repercusión sobre la calidad en la prestación de estos.
- Informar y dar cobertura a las faltas de los distintos recursos materiales que la enfermera necesita para proveer una práctica de cuidados segura.
Y por supuesto
Los mandos intermedios deben ser líderes en la cultura del error.
La cultura del error entendida como oportunidad de aprendizaje, abandonando el hostigamiento coercitivo ante la comisión de errores.
Los mandos intermedios deben liderar este cambio de concepto y favorecer una cultura de registro y lo que es más importante de análisis de causas y búsqueda de soluciones a estos en el camino de la consecución del único objetivo que debe ser:
Cero defectos, traducido a nuestro ámbito cero errores.
El mejor error es aquel al que nos anticipamos
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