Me gusta el liderazgo informal. Me gusta porque la sociedad, las empresas, los equipos, cualquier grupo, necesita líderes. Pero no líderes forzados, líderes impuestos. No líderes con pies de barro que pretenden ser líderes cuando, en verdad, no lo son. Líderes que surgen de manera natural, desde dentro de las organizaciones, sin necesidad que nadie ponga su nombre en un organigrama. LÍ-DE-RES, con mayúsculas.
Los valores del liderazgo
Uno empieza a ser perro viejo, y ha asistido a muchos cursos de gestión de equipos. En muchos de ellos el profesor pregunta a los asistentes que piensen en alguien a quien respeten especialmente, que sea (o haya sido) un referente en su vida. Y que, a continuación, enumeren los valores que hayan visto en ese individuo. Las respuestas son recurrentes: rara vez es un personaje famoso. Suelen abundar profesores (del colegio, de la universidad), deportistas o incluso antiguos jefes o directores (algunos tenemos la suerte de poder citar a un puñado de ellos, llegado el caso). En el fondo, todos tenemos claro qué esperamos de un líder. Independientemente de la jerarquía.
Líderes porque lo son: porque inspiran, porque guían, porque dirigen, no porque mandan.
La paradoja del liderazgo informal
Los líderes informales resultan molestos a los eslabones jerárquicos más débiles de una organización: se sienten amenazados por ellos. Sucede lo mismo que con los intraemprendedores: las empresas los buscan, son un preciado tesoro. Pero, al mismo tiempo, muchas veces se dedican a poner palitos en las ruedas de sus bicicletas. Con los líderes informales sucede lo mismo. Las más de las veces se teme el poder que poseen, no formal pero sí visible y palpable. Una extraña paradoja. Te busco, te quiero, pero no te quiero.
Los líderes informales en una organización
Identificar el liderazgo, del tipo que sea, en una organización, es más sencillo de lo que parece. Pregunta a todo el mundo qué dos personas son aquellas a las que siempre recurren en caso de querer consejo, en las que confían plenamente. Junta todas las respuestas, haz una especie de grafo de quién recomienda a quién, y verás dónde se concentra el reconocimiento. El liderazgo. La pregunta puede ser formulada de muchas maneras, pero siempre ayuda a identificar a los auténticos líderes. Y, sorprendentemente, o quizá no tanto, no tiene por qué ver con la jerarquía.
La creciente implantación de redes sociales corporativas (circunscritas al ámbito de una empresa) permiten una identificación inmediata de los líderes, como aquellas personas más mencionadas, que más contactos tienen, con más “me gusta”, … El autor y principal abanderado del concepto de Management 3.0, Jurgen Appelo, sugiere incluso que las subidas salariales se decidan incluso por el peso, el reconocimiento, de las personas mediante un sistema de votación interno, que nuevamente facilitan enormemente las RRSS corporativas.
Por qué tener e identificar a los líderes informales
Las decisiones de la dirección no solo salen adelante si son buenas, o si se han tenido una campaña de comunicación interna efectista. Salen adelante si tienen el respaldo de los miembros de la organización.
Cualquiera que se haya enfrentado a una situación de gestión del cambio sabe que son precisamente los líderes informales quienes pueden actuar como cabezas tractoras de dichos cambios. Si tienes su apoyo, tienes gran parte del trabajo hecho. De otro modo …
En inglés se usa el término King pin (o head pin). En el juego de los bolos, el King (Head) pin es el primero de los bolos, el que está frente a todos. Si consigues derribarlo, los demás bolos irán detrás. En sentido positivo, por supuesto, aunque, me temo, en sentido negativo también. Las ventajas, y peligros, de ser un líder.
Conclusiones
Los líderes informales son necesarios. Las empresas lo saben. El respeto que la organización exhiba hacia esos líderes naturales es un fiel reflejo de la salud y cultura de la misma. Aquella organización que no respete, mime, cuide y aproveche el liderazgo informal no solo pierde uno de sus principales valores, sino que corre serio riesgo de ir a la deriva.
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