Cuando los alpinistas tratan de escalar una montaña trazan un plan de ruta. Dentro de ese plan de ruta está el camino a seguir hasta la cima y esto conlleva el elegir adecuadamente la vertiente de la montaña que deben escalar en función de la dificultad, condiciones meteorológicas, experiencia, objetivos…
Las organizaciones sanitarias son como una de esas montañas míticas del Himalaya, complicadas y apasionantes cuyo conocimiento lleva años, en ocasiones nunca llegaremos a conocerlas en plenitud porque están compuestas por personas lo que convierte a la organización en organismos vivos que están en un proceso de continuo cambio.
Y por tanto si la organización vive en un proceso de continuo cambio, las condiciones de un momento no son las mismas que en otro momento (al igual que las grandes montañas), lo que obliga a ser continuamente flexibles y adaptables a las distintas circunstancias y lo que significa a su vez que los sistemas gestores basados en la continuidad y estabilidad en muy pocas ocasiones tendrán un verdadero éxito.
En este contexto es donde se ubican las personas que componen las organizaciones sanitarias.
En este entorno, el liderazgo informal dentro de las organizaciones sanitarias tiene varias vertientes, o al menos dos, unas adecuadas en unos momentos, otras útiles para otros contextos y otras por peligrosas para los objetivos de la organización no abordables en ningún contexto ( o en casi ninguno) si estamos hablando de flexibilidad y adaptabilidad.
¿Y cuáles son esas al menos dos vertientes existentes en el liderazgo informal?
A la vista de lo publicado hasta el momento, parece que estamos más o menos de acuerdo en que los líderes informales son aquellas personas, aquellos profesionales sanitarios, aquellas enfermeras que desarrollan una capacidad de influencia determinada sobre las unidades asistenciales, divisiones o hasta incluso organizaciones.
En nuestro día a día a poco observadores que seamos vemos eso, personas que cuando paramos a «tomar café» son escuchadas por encima de las demás, personas que cuando se planifican los cuidados son escuchadas por encima de las demás, personas que cuando se realizan las actividades gestoras y de organización de las unidades son escuchadas por encima de las demás.
¿y es bueno todo lo que se escucha?
La vertiente A:
Es la ocupada por todas esas personas que influyen de manera positiva en el resto del grupo, que sus opiniones cuando son escuchadas, en esos momentos que influyen indirectamente en la atención prestada, generan una corriente favorable que se acaba depositando junto a nuestros usuarios.
Es la ocupada por las personas que son capaces de ser escuchadas en los momentos de mayor carga asistencial, de mayor presión y dificultad, y que son capaces de seguir lanzando mensajes que incitan al esfuerzo, a la prestación de unos cuidados de calidad, a la consecución de los objetivos, anteponiendo sobre todo la confortabilidad de nuestros usuarios frente a la propia.
La vertiente B:
Es la ocupada por aquellas personas que viven de una «pose». Son personas populares (sobre todo), graciosas por sus mensajes, porque a todo le sacan un chiste, una broma.
Gustan y son seguidos por su sonrisa, por la aparente representación de la felicidad, y que a veces, solo a veces acaba repercutiendo de forma directa sobre los usuarios.
No distinguen contextos, no diferencian los ambientes de trabajo formales, de los ambientes informales.
Tienen legiones de seguidores fieles que los defienden ante cualquier crítica y ataque externo, lo que hace que aquellas personas que no forman parte de sus acólitos prefieran callar y permanecer cerca de estos de forma discreta sin aplaudir, sin apoyar pero siguiendo a estos en apariencia para no ser señalados y rechazados por el resto de los seguidores.
Son verdaderos líderes informales con un potencial tremendo que reside en su «guardia pretoriana».
Son verdaderos líderes, líderes informales y ególatras, dado que su felicidad radica en verse rodeados de toda esa legión, se saben poderosos y no dudan de arrojar a todos sus seguidores contra aquellos que traten de desenmascararlos o criticar esta «pose» poco constructiva para nuestros usuarios.
La vertiente C:
Es la ocupada por personas de verbo fácil y grandes recursos.
Son personas que se presentan así mismas como personas extremadamente directas, francas y sinceras y muy muy rigurosas.
Son personas que lanzan mensajes de componente negativo, que van dirigidos contra cualquier persona que pertenezca al «poder establecido» o al menos contra este segmento que influye directamente en ellos, ensalzando la validez y virtudes «supuestas» de otros e incluso de ellos mismos como única representación y alternativa al poder establecido
Son personas con un componente «mesiánico», se erigen como autentica representación y jueces capaces de establecer el bien y el mal.
Se adornan de virtudes laborales apoyadas únicamente en el puro marketing de hablar bien de si mismo, no del objetivo concreto.
Son personas despotas, mal encaradas y groseras con todos aquellos que no les siguen, se permiten opinar de todo no permitiendo correcciones de nadie y mucho menos que nadie corrija su falta de rigor
Apoyan a segundas personas personas ante las dificultades y sufrimiento de estas para acabar atrayéndolas hacia sus correligionarios presentándose como su salvador.
Encuentran su caldo de cultivo entre aquellas personas de perfil bajo, de poca calidad laboral o de escasa vocación por el esfuerzo.
También logran seguidores entre aquellos que en un momento u otro hayan tenido problemas mayores o menores con «el poder establecido», presentándose ante estos como su caudillo.
La vertiente B y C
A menudo se presentan en una simbiosis difícil de separar y distinguir convirtiéndose en una peligrosa figura.
La montaña
Debemos conocer el verdadero valor y potencial del liderazgo informal.
Es fundamental para la parte alta de los organigramas de las instituciones sanitarias que sepan tratar, distinguir y diferenciar los distintos intereses y visiones de todas y cada una de las personas y de los colectivos que conforman la organización.
La parte alta de los organigramas debieran dedicar más tiempo al conocimiento de las personas que al del cuadro de mandos de la organización.
Con esto no queremos decir que la parte más gestora no sea importante, ya que es fundamental. Pero es clave trabajar y avanzar en el conocimiento de las personas dado que son el motor de la organización.
Bajo este conocimiento, deben tratar de atraer hacia si a los líderes informales, conociendo siempre y en todo momento la vertiente de la montaña que quieren subir, y lo que es más importante la que están subiendo.
Conocer el estilo de líder informal al que se enfrentan en cada momento y aquellos que representan los valores adecuados que mejoran la calidad del servicio prestado.
Saber las ocasiones en las que este tipo de líderes informales son necesarios incorporarlos a la parte formal del liderazgo organizacional, a los organigramas, dirigiendo a estos hacia el desarrollo de competencias gestoras, básicas y fundamentales para la eficiencia de la organización.
Conocer los momentos en los que estos líderes informales aportan mayor valor junto a nuestra materia prima, nuestros usuarios y por tanto es mejor potenciarlos en este lugar.
Es posible que en esta ascensión se pierdan algunos de estos líderes informales, en el proceso de tratar de incorporarlos a la parte más estratégica de la institución.
Es seguro que la ascensión por la vertiente equivocada nos conducirá a un lugar alejado de nuestros objetivos.
Pero, ¿Acaso hay alguna acción exenta de riesgos?
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