El gestor sanitario en la actualidad debe trabajar y saber trabajar con personas diferentes, ya no solo de diferentes roles profesionales, sino también de muy distintas características de personalidad, cultura, etc.
Gestionar la diversidad se refiere directamente a las características que las personas estamos en posesión. En base a esto, podemos comprender que todas las personas somos muy diversas por cercanas que seamos.

Si tratamos de clasificar la diversidad debemos comenzar por entender una primera categoría que incluye las características físicas y biológicas como el sexo, raza, edad y aquellas que se refieren a las características de la familia de la que procede, ciudad, provincia, país, etc. ya que esto también determinará una forma de comportamiento.
Otra categoría que conforma la diversidad de las personas son aquellas que se pueden modificar a lo largo de la vida de cada uno de nosotros. Nos referimos a características como ideas políticas, trabajo, formación, nivel de ingreso, trabajo, ubicación geográfica, estado civil, etc.
A la hora de entender la diversidad es importante escapar de los estereotipos, que unas u otras características nos pueden llevar a pensar o creer en ellos y que, por otra parte, nos suelen conducir a la comisión de errores. Estereotipos como con los que solemos calificar a los nuevos, a los veteranos, personas más jóvenes o de edad más avanzada.
Bien es cierto que, si nos referimos a las características que nos hemos referido, la adaptación al cambio no suele ser igual entre los miembros de la plantilla más jóvenes y los miembros de más edad.
Lo que debe estar claro es que una organización sanitaria es una organización muy heterogénea en la que la diversidad de cada uno de los profesionales puede ser fuente de una ventaja competitiva o una fuerte barrera si no es bien gestionada.
La gestión de la diversidad es una competencia para el gestor sanitario que debe ayudarle a reconocer las diferencias existentes entre los miembros de un grupo de trabajo, trabajar con ellas y conseguir una buena combinación para lograr un rendimiento adecuado.

Es decir, consiste en la capacidad del gestor sanitario para conocer y comprender la individualidad de cada una de las personas de su equipo para utilizar de manera efectiva el talento y las competencias de cada uno de los profesionales, incluidas las experiencias pasadas, la diferencia de visión, actitud frente al estrés, el cambio, la innovación, la presión asistencial, etc.
La capacidad para gestionar la diversidad por parte del gestor sanitario debe conducirle a mejorar el funcionamiento del equipo de trabajo y un aspecto fundamental, como es fomentar la creatividad, la resolución de problemas, la adaptación al cambio y la toma de decisiones. Una organización sanitaria enfocada al cambio continuo debe aprovechar los grupos heterogéneos de trabajo para generar ideas mediante el aprovechamiento de los distintos puntos de vista de cada uno de sus miembros.

Gestionar la diversidad es clave para aprovechar las oportunidades que esta ofrece, sin embargo, también plantea una serie de retos para el gestor sanitario. Entre estos retos, se debe considerar una adecuada valoración de esta diversidad, equilibrar adecuadamente las necesidades y expectativas de cada uno de los profesionales, realizar un ejercicio de liderazgo justo y ético, superar la resistencia interna al cambio, dotar de coherencia interna a cada una de las decisiones, lograr una comunicación abierta y efectiva, evitar el choque interno entre miembros de los equipos de trabajo por falta de entendimiento de la diversidad.
A la hora de desarrollar esta competencia, debemos considerar:
- La diversidad como tolerancia a las diferente.
- La diversidad incluye a todas las personas de la organización.
- La diversidad es fuente de riqueza no de culpabilidad.
- Las personas somos resistentes al cambio.

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