«El hombre ordinario solo se ocupa de pasar el tiempo;

el hombre con talento de emplearlo»

Schopenhauer.

aLa RAE define talento como:

[qodef_blockquote text=»Talento (Del latín talentum, y este del griego τάλαντον, plato de la balanza, peso). 1. m. inteligencia (‖ capacidad de entender) 2. m. aptitud (‖ capacidad para el desempeño o ejercicio de una ocupación).» title_tag=»h2″ width=»»]

De otra forma podríamos hablar de talento o de talento profesional como las capacidades de la persona puestas al servicio de la organización.

talento
Nuestro mejor hacer puesto al servicio de los demás, en este caso todo lo que somos puesto al servicio de las organizaciones sanitarias y por tanto de nuestros pacientes.

Indudablemente para poner todo lo que somos, para poner nuestro talento al servicio de la organización la primera base es el compromiso.

Sin el compromiso adecuado con la organización, esta no será poseedora de la máxima capacidad de las personas, del talento de las personas.

Hay dos preguntas básicas que surgen al pensar en el talento:

¿Nace o se hace?

Indudablemente, hay una parte de este talento que nace, que es innato a las personas, pero hay otra parte que se cultiva y se hace crecer.

Hay una parte que debemos reconocer que vemos en determinadas personas, pensemos si nunca hemos visto a un compañero, amigo y nos hemos dicho: !Tiene algo especial!. Eso especial es el talento.

La parte cultivada, es la parte que básicamente es responsabilidad de las personas para desarrollar aquellas capacidades y habilidades que le hacen tener «ese algo especial».

¿Y las organizaciones sanitarias como se comportan ante el talento?

Pues se comportan de una forma que no difiere en exceso del comportamiento de otro tipo de organizaciones, donde salvo excepciones.

Salvo excepciones, las organizaciones no suelen prestar atención a «ese algo especial».

Es frecuente ver a personas de las que diríamos que tienen esa capacidad especial en lugares donde realmente no pueden desarrollarlas, o lo que es peor, la situación llega a tal punto que se produce la ruptura del compromiso.

Y la ruptura del compromiso realmente es el peor de las consecuencias que pueden sufrir las personas y las organizaciones y más organizaciones como las sanitarias donde el compromiso de los profesionales se resuelve junto a la cama del paciente.

Por dónde empezar a cambiar

Probablemente tanto las organizaciones sanitarias como las personas que las conformamos, debemos comenzar por cosas muy sencillas:

La recompensa vale la pena

[qodef_blockquote text=»Cuanto más complejo sea un trabajo, mayor es la importancia de la inteligencia emocional, aunque sólo sea porque su deficiencia puede obstaculizar el uso de la experiencia o la inteligencia técnica que tenga la persona” (Goleman)» title_tag=»h2″ width=»»]

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