Continuando con la línea de la entrada que realizábamos la semana pasada, esta semana queremos reflexionar acerca de otro tema controvertido y que a su vez también genera una importante brecha entre los profesionales de la enfermería.
Esta brecha de la carga de cuidado no solo se produce entre los propios miembros de las unidades asistenciales si no que también y lo que es más importante se produce entre los miembros de las distintas unidades y si fuera poco también esta brecha penetra en el corazón de la organización.
Dado que es un tema que queremos tratar en profundidad lo vamos a dividir en dos entradas aprovechando que el «otoño» siempre es una estación caliente si hablamos de cargas de cuidados.
Es frecuente presenciar disputas horizontales y verticales en el seno de la organización sobre cuál o cuáles unidades son las que más cargas de cuidados tienen y la lucha por atraer una mayor cantidad de recursos.
Consideramos que no tiene sentido hacer esto sin rigor, definiendo rigor como un sistema de medición de la carga del cuidado que abarque a toda la organización, y medir con rigor no consiste en ser la persona con mayor capacidad de «persuasión» dentro de la organización, ni como nos gusta decir a los miembros de este blog «café para todos».
Como bien sabéis algunos, los miembros de este blog hemos realizado distintos estudios que contemplan este tema a modo de intentar vislumbrar el camino correcto y el paso de la teoría a la práctica.
Y una de las cosas que hemos aprendido es:
La carga de cuidados influye enormemente en el rendimiento y en la calidad de la atención prestada en las distintas unidades de cuidados, hasta aquí no creemos que haya nada nuevo.
Otra de las cosas que hemos aprendido es que:
El aumento de los recursos humanos, del número de dotación de personal enfermero no garantiza que aumente la calidad de la atención.
Si bien es verdad que la facilita, no la garantiza debido al sesgo de la actuación, de la distinta manera de actuar, sentir y vivir la profesión (la brecha de la que hablábamos la semana pasada). Sabemos que esta afirmación puede resultar polémica, pero echemos todos un poco la vista a los lados, hagamos autocrítica y empujemos hacia adelante.
Una vez centrado el tema nos gustaría dar un concepto el de carga de cuidados y diríamos que:
Carga de cuidados es el conjunto de actividades visibles e invisibles que la enfermera realiza en el desarrollo de la práctica asistencial diaria.
Hablando de la carga de cuidados debiéramos distinguir tres partes dentro de la misma, la física, la mental y la afectiva, partes que estamos seguros que los compañeros inmersos en el cuidado de los pacientes con ebola o sospecha sabrían perfectamente distinguir o explicar mejor.
Parece claro la necesidad que tenemos de medir estos componentes dado la escasez e importancia de los recursos humanos y la obligación de distribuirlos de la forma más equitativa posible.
A la hora de elegir un sistema de medición es muy importante saber varias cosas acerca de nuestra organización:
La filosofía metodológica de cuidados, la forma de gestionar esos cuidados (la que tenemos y la que queremos) y la forma de gestionar la calidad de nuestra prestación (la que tenemos y la que queremos igualmente).
Y si, a la hora de elegir herramienta debemos tener en cuenta factores metodológicos propios de cualquier proceso de investigación serio, validez fiabilidad, utilidad y algo importante que olvidamos a menudo, que haya sido aceptado y pactado entre todas las partes.
Otras características que debiera contener una herramienta dirigida a la medición de la carga del cuidado enfermero es la facilidad de uso en la práctica cotidiana a lo largo de distintos periodos que nos permitan a su vez reflejar las variaciones estacionales que en algunos servicios o especialidades son más acusadas que en otros.
Otras variaciones que nos debe permitir el instrumento aplicar y que por tanto deben estar entre sus características son las producidas por la edad, el grado de dependencia y la patología de base distinguiendo entre patología clínica y quirúrgica.
No deberíamos olvidar tampoco factores como la estructura física de las unidades de enfermería o incluso de los centros sanitarios de los que se trate y otras condiciones como la iluminación, temperatura ambiental, ubicación físico-geográfica de las instalaciones del centro que repercuten de una manera u otra en el rendimiento efectivo del personal.
Llegados a este punto debemos mencionar que la tradicional forma de gestionar los recursos humanos de la enfermería es la consistente en los ratios enfermera/paciente o enfermera/cama.
Bajo este sistema de organización el personal de enfermería se organiza considerando el número de camas de la unidad y el porcentaje atribuido a la patología tipo de la unidad del que se trate.
Si bien es cierto, que si miramos las distintas unidades y patologías para el mismo número de camas siempre encontramos el mismo número de enfermeras.
Esta forma de organización, omite todos los factores variables de la unidad, del paciente y la patología, no es necesario explicar ni medir para saber que no ofrece la misma carga de cuidado enfermero una fractura de cadera o una intervención por Hallux valgus o una apendicectomía, por tanto parece que no tiene sentido que exista para 30 hallux valgus el mismo número de enfermeras que para 30 fracturas de cadera.
Para terminar con la entrada de esta semana, nos gustaría mencionar las dos alternativas surgidas en nuestro país como son el «Nuevo modelo de Gestión Hospitalaria» elaborado por Gutierrez Martí y el proyecto SIGNO II.
En cuanto al proyecto SIGNO II decir que se enmarcó en el ámbito sanitario en un intento de cambiar el paso e intentar mejorar la distribución de los recursos humanos y por tanto la mejora de la eficiencia y la calidad de la atención prestada.
Ya desde su prologo nos encontramos con la mención al aumento del coste hospitalario y la necesidad de la buena gestión de los recursos humanos dado que es una de las partidas más importantes del mismo.
Como novedad el proyecto SIGNO II se separa de la atribución de costes por GFH a la atribución de costes por paciente, por tanto se pasó de un coste por servicio a un coste por episodio.
Nos habla de como ningún paciente (hablando en términos de facturación interna) puede dejar de recibir la imputación directa de costes, explicándonos que debemos encontrar respuestas a tres preguntas:
¿Quién recibe el coste?
¿En qué se ha utilizado el coste?
¿Para quién es el coste?
En el proyecto SIGNO II se recogen los cuidados enfermeros ponderados en minutos de atención, tratando de establecer y evaluar un catálogo de productos y servicios de cuidados de enfermería.
Así se identificaron 121 acciones agrupadas en 11 campos o niveles estructuradas según las necesidades de los pacientes.
A partir de los trabajos del proyecto SIGNO II aparecieron distintos grupos que intentaron definir y establecer una serie directrices y recomendaciones que sirviera como catálogo de organización para la prestación de servicios y cuidados.
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