Lo normal es que la entrada de esta semana fuera una especie de entrada resumen de lo vivido a lo largo de los acontecimientos y momentos del 19 Congreso Nacional de Hospitales (#19CNH , #hospitales2015) y aunque vamos a hacerlo, no lo vamos a hacer del modo en que solemos hacerlo habitualmente.
Vamos a hablar de un hecho del congreso que se convirtió en la estrella de la mesa redonda en la que participamos y aunque resulte un poco pretencioso también del congreso, vamos a hablar de innovación.
No se si nos vamos a referir a vaca o hipopótamo, o como ahora corre por la red, minidragón, pero el hecho es que se convirtió en un hecho original e innovador.
A pesar de que nosotros mismos hablamos de personas y emociones como fundamental hecho de la comunicación sanitaria innovadora, en contraposición a los distintos debates acerca de la tecnología sanitaria y sus distintas vertientes.
En primer lugar siempre con respeto al público y al contexto del entorno, procuramos mantener un feedback con los asistentes, los face to face y los que no seguían en las redes sociales sobre todo a través de twitter y whatsapp lo que demuestra nuestra visión acerca de que hay que ponerse al frente de la comunicación en salud con responsabilidad, rigor y sin miedo.
Todo empezó por el empeño del moderador acerca de evitar lo más habitual en las mesas redondas, donde los ponentes tratamos de meter todos nuestros mensajes o si o si, quitando parcial o totalmente el tiempo al público para que den sus opiniones, se establezca el necesario feedback y con ello eso que llamamos difusión y transferencia del conocimiento.
Los días previos, recibimos todo tipo de comunicados acerca de esto y que estoy seguro que no hubieran triunfado si no hubiese mediado «el bicho».
El hecho es que una pequeña baratija «con respeto» a lo que finalmente sea consiguió varias cosas, relajarnos a los ponentes, motivar a una sala repleta de gente a interaccionar y participar activamente en un tiempo en que el moderador consiguió con «eso», que quedara al final de la mesa para que los asistentes tuvieran la oportunidad de participar.
Por tanto, el pequeño «bicho» consiguió :
- Cercanía
- Proactividad
- Interacción
- Motivación
- Relajación
- Conexión en red
- Presencia
- Empoderamiento
- Compartir
- Difusión del conocimiento
- Feedback
- …
Consiguió el hecho de romper los miedos a levantar la mano en este tipo de eventos, consiguió que no le temblara la mano ni la voz en ese primer minuto fatídico a nadie cuando comienzan su exposición, consiguió generar el ambiente perfecto para compartir y generar una adecuada difusión del conocimiento.
Aunque no tengo claro el desembolso del «bicho», creo que no fue demasiado.
¿Creéis que el coste de reposición cuando complete su ciclo de vida útil será demasiado?
Un hecho es claro, el valor añadido fue infinitamente superior al coste de la inversión a la vista de lo que consiguió.
¿Os imagináis generar esto en nuestros centros sanitarios? ¿Os imagináis el valor añadido a la salud de nuestros pacientes el desarrollo.
Pensemos en la capacidad de influencia y los logros que se pueden alcanzar con la generación de confianza, si nuestros pacientes confían en los profesionales sanitarios estemos donde estemos.
No nos engañemos esto no tiene precio.
Por tanto no tiene mayor valor una organización que utiliza tecnología punta a la que no se le ha hecho un correcto análisis de costes en relación al valor añadido en salud que aporta.
Con esto, no estoy queriendo decir que no necesitemos tecnología, que no sea necesaria, que la tecnología no aporte valor y que no sea un facilitador en la recuperación de la salud, que si que lo es, en la recuperación.
Pero la clave está en que para la generación de hábitos saludables, no es necesaria demasiada tecnología ni grandes cosas.
Solo necesitamos diseñar un plan estratégico muy sencillo, ese que apueste por las personas, que impulse el talento, la motivación y la innovación.
Necesitamos estrategias que faciliten el crecimiento de las personas y que reporten el consiguiente valor a la organización y al capital organizacional.
Solo necesitamos un plan estratégico en salud que permita realmente empoderar a los profesionales, permitirles y facilitarles ponerse al frente de la gestión de los pequeños detalles que aportan un alto «retorno de caja»:
La confianza.
Y ahora que queda, un largo viaje de retorno con la maleta llena de nuevas perspectivas, visiones y motivaciones fruto del tiempo compartido con otros profesionales. Queda la puerta abierta a nuevos y apasionantes proyectos que nos lleven por la vía única de la generación de una mejor calidad de vida de los usuarios de los centros sanitarios, ósea de todos.
Gracias a todos por lo compartido a tan bajo coste, gracias por seguir apostando en eso que llaman los «frikis» de Tejer la Red.
Let´s Hack
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