Hace apenas 24 horas asistimos al mayor salto al vacío realizado por el hombre, una hazaña que acapara tres vertiginosos récords y la atención de millones de personas a lo largo del planeta.
Felix Baumgartner se convirtió en el protagonista de un domingo donde habitualmente son otros los protagonistas.
Desde Gestión de enfermería no queremos centrar la atención en el salto, ni en la hazaña, ni en los millones de telespectadores que Baumgartner fue capaz de concentrar y sí en otros hechos.
En las entradas anteriores hemos hablado de comunicación, desde la idea de la necesidad que tenemos en los hospitales de crear espacios y canales de comunicación donde situar todas las percepciones de los profesionales, entre los que se encuentran las enfermeras, que realizan su labor profesional. La enfermería necesita de esos espacios y de mejorar su comunicación.
Por ello, queremos analizar el salto de Baumgartner desde otra perspectiva.
Lo primero hacia lo que deberíamos mirar es a la preparación del salto, el cual según los especialistas ocupó cerca de tres años, en los que se planificaron y desarrollaron los aspectos técnicos y durante los que se entrenaron, aprendieron y automatizaron no solo los movimientos sino también el sistema de comunicación.
Durante los momentos previos del salto podíamos ver movimientos lentos y seguros y mensajes de comunicación cortos, claros y directos. Estos mensajes eran claros, no debían dejar lugar a ninguna duda las acciones que posteriormente se iban a desarrollar y sin olvidar el desfase que sucedía entre la emisión y la recepción del mensaje. El espacio de comunicación estaba bien definido y las percepciones no dejaban resquicio a las dudas.
En el momento del salto vimos a Baumgartner apretar un pulsador rojo que lo situaba en tiempo real fuera de la cápsula, de manera que los nuevos mensajes que se realizaran fueran adecuados. Seguíamos teniendo el espacio de comunicación correcto pero diferente, los mensajes ya no debían ser iguales, debían adaptarse al nuevo espacio.
Durante los momentos más críticos del salto donde Baumgartner se precipitaba por encima de la barrera del sonido podíamos nítidamente oír “keep talking” “go ahead”, mensajes claros, cortos, sencillos, sobre lo que el saltador debía hacer, seguir hablando para no perder la consciencia.
Finalmente, el saltador llegó a tierra con el éxito entre sus manos.
Pero no batió todos los records, se dejó uno, el del hombre de pelo cano que se mantuvo dando las instrucciones durante la preparación y el salto, Joe Kittinger, poseedor del record de caída libre desde su salto en 1960. No lo hizo por “14 segundos” ¿mal cálculo? ¿Fallo?.
No fue ésta la razón, la razón fue liderazgo, solo una persona con vocación de líder trabaja, se esfuerza, se arriesga y además es generoso, fue otra demostración que nada tiene que ver con el salto en sí.
Otro hecho sobre el que reflexionar, aunque en este momento solo esbozaremos ya que será objeto de posteriores entradas, es la de imagen de marca y personal branding. Dos patrocinadores, Zenit y Redbull, que proyectaron perfectamente su imagen de marca más allá del puro acto publicitario en sí, hecho sobre el que los profesionales de la enfermería debemos reflexionar y aprender.
Si una cosa nos dejó clara la tarde del domingo fue que la correcta comunicación es la antesala del éxito, que el liderazgo va más allá del mero acto de acaparar protagonismo, que la imagen proyectada importa.
Los profesionales de enfermería debemos quedarnos con estas tres ideas. Aunque es cierto que los profesionales realizamos cuidados más complejos debemos admitir que necesitamos de la comunicación, del liderazgo y de una adecuada imagen profesional proyectada.
Necesitamos adecuados espacios de comunicación, donde poner en valor las distintas percepciones, necesitamos líderes capaces de transmitir mensajes claros, directos y sencillos, necesitamos transmitir una adecuada imagen colectiva.
Deja tu comentario
Debe iniciar sesión para escribir un comentario.